miércoles, 7 de octubre de 2015

La educación y la cultura del posconflicto

La educación y la cultura del posconflicto

La cultura y la educación no solo sirven para terminar el conflicto, sino para desintegrar nuestro carácter confrontacional.
No pueden pensarse caminos distintos para el posconflicto que los de la educación y la cultura.
Una de las grandes paradojas que plantea nuestro conflicto armado es que nos ha evitado entrar en debates esenciales para definirnos como nación. Por estas latitudes el calentamiento global, los tipos de desarrollo, la pobreza, el conocimiento, el agua y, por supuesto, la educación no están en el orden del día. La guerra sí.
Para sacar a Colombia de esa ambigua lógica guerrera, es necesario no solo desescalar el conflicto y el lenguaje, sino internarse en patrones de civilidad. En ese sentido, la cultura y la educación sirven no solo para terminar el conflicto sino para desintegrar nuestro carácter confrontacional.

Leyendo en estos días una excelente biografía del pensador mexicano José Vasconcelos Se llamaba Vasconcelos, de José Blanco, se observa cómo uno de los hombres más controversiales de la historia de México intenta a través de la cultura, remplazar la lógica de una revolución de armas por una de libros, maestros y de cultura popular.
Vasconcelos fue ministro de Educación durante el gobierno del presidente Álvaro Obregón entre los años de 1920-1924. Su reto: establecer una política educativa que permitiera a México dejar de lado la carnicería en la cual se construyó la revolución. De hecho, no hay que olvidar que todos los líderes de la misma terminaron asesinados, empezando por Francisco Madero y concluyendo con el mismo expresidente Obregón.
Vasconcelos estableció en sus cuatro años de poder varias iniciativas: aumentó en 50 % la cantidad de edificios, maestros y escuelas primarias oficiales, estableció una estrategia de llevar a México bibliotecas ambulantes, se crearon las universidades populares para favorecer a los excombatientes de la revolución. Su estrategia fue dividida en tres pilares: el maestro, el artista y el libro.
En cuanto a los libros se escogieron 524 títulos de grandes obras de las cuales se imprimieron millones y se repartieron gratuitamente en todo el territorio mexicano. De iniciativas como esta, se iniciaron proyectos como el Fondo de Cultura Económica.
Otro de los ejes centrales de esa política fue darle un rol a la mujer. Por ello, se consagró una política para que la mujer asumiera el papel de maestra en la nueva educación mexicana. Era una estrategia para integrarlas en una sociedad patriarcal y desvertebrada por la guerra. Para ello, se contrató a la chilena Gabriela Mistral, quien sería laureada con el Premio Nobel de Literatura en 1945. Los niños fueron otro de los objetivos. Vasconcelos tenía la idea de llevarlos por la senda de la civilidad.
Por último, promueve la construcción de una Universidad Pública más sólida -Unam-, de una investigación arqueológica que permite a México entender que hace parte de lo que él denominó una “raza cósmica”, al tiempo que concibe una política cultural a través del muralismo social -Diego Rivera, David Alfaro Siqueiros, José Clemente Orozco o Roberto Montenegro- y apoya la música popular.
Es tan clara su política que envía misiones de pintores y muralistas por todo el territorio mexicano para que recreen la historia del país, su pasado y el paso de la guerra a la paz, utilizando la imagen de una revolución pacífica, lejana a la idea de violencia que representaron Victoriano Huerta, Emiliano Zapata, Francisco Villa o Venustiano Carranza.
A pesar de que la política educativa de Vasconcelos en México no tuvo la continuidad que merecía, fue un buen ejemplo -respetando las diferencias- de lo que debe pensarse en un posconflicto en Colombia. La educación y la cultura deben ponerse rápidamente en marcha para que los libros y los maestros lleguen a nuestros lugares de conflicto, antes de que las armas intenten regresar.
Nuestro país no solo ha sido víctima de la violencia, sino de la ignorancia y el abandono estatal. Lo único evidente es que la guerra que hemos perdido solo será posible ganarla con valores de civilidad.
Fuente: El Tiempo (Edición virtual)
Fecha: 20 de Agosto de 2015
Por: 
Francisco Barbosa, Ph. D. en Derecho Público (Universidad de Nantes, Francia),profesor de la Universidad Externado de Colombia.
Vinculo original: http://www.eltiempo.com/opinion/columnistas/la-educacion-y-la-cultura-del-posconflicto-francisco-barbosa-columna-el-tiempo/16240466

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